5 de marzo de 2011

Tiembla, solloza y rompe a llorar.


Y es tan sensible que al tocarlo, al sentirlo, se tambalea, se derrumba y rompe a llorar. Es como si algo ardiese en su interior, un fuego que no puede parar. Pensamientos que corren veloces por su cabeza, pero quieren ser salvajes, libres, no quieren ser capturados. Igual es por eso por que no puede parar el incendio, las llamas que le arden dentro, por que sus pensamientos son incontrolables. Quizá es por eso por lo que tambalea, se derrumba y rompe a llorar. Y sigue llorando, desconsolada, no puede parar y ni siquiera sus lagrimas son capaces de apagar lo que arde dentro. ¿Como es posible? Aunque sus lagrimas la hagan sentir frágil y vulnerable, no lo es, es fuerte, lo que pasa es que ahora no le apetece serlo. ¿Por que tiene que ser siempre fuerte y dura? Ni que fuese una roca que tenga que resistir la tempestad. Ella es ella, asi de sencillo y ahora no quiere aparentar, no quiere fingir, le apetece ser vulnerable, llorar y estar sensible. Es por eso por lo que tan solo con mirarlo rompe a llorar y evita miradas ajenas. Miradas anónimas que observan lo desconsolada que esta, miradas que no comprenden nada, miradas que no se entristecen al verla asi, miradas que no intentan ayudarla, miradas de superioridad. Pero a ella le da igual, ella quiere sentirse asi y si quien de verdad le importa puede consolarla, lo de mas es secundario, no tiene importancia, no vale para nada. Pero si la persona que significa algo para ella huye, entonces el dolor aumenta, es inmenso y no se puede calmar.

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